lunes, 23 de abril de 2012

El Rey que ama a la infiel






En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. (1 Juan 4:10)


El Dios Trino  |  Esta es la historia de un gran Rey que gobernaba gloriosamente sobre su incomparable reino, donde prevalecía el amor y todo era hermoso, perfecto y sin tiempo. En este reino no había necesidad de ley pues el amor que se profesaba era puro y real; por consiguiente, todos obedecían al Rey.

Este Rey tenía también un Hijo quién hacía todo lo que su padre le decía, porque lo conocía, confiaba en el, y sabía que su Padre todo lo que hacía era para su felicidad y su bien.

El otro ser que compartía este reino era el sabio y velador Espíritu. El amaba al Padre y al Hijo con el mismo amor perfecto, y era igualmente correspondido.

El Padre, el Hijo y el Espíritu habían tenido la misma naturaleza eternamente. Al unísono y mientras danzaban el gozo de su amor, el Dios Trino decidió compartir su profundo y especial afecto con otros seres hechos a su imagen y semejanza. Fue entonces cuando el trío salió de su reino a preparar un hermoso lugar en donde soñaban tener una fiesta perpetua, bailar su danza de amor con los seres que habrían de crear, y compartir así el gozo pleno que ellos habían estado disfrutando desde su pasado eterno.

Relación  |  El escenario que prepararon para hacer realidad su sueño era espectacular. Radiantes estrellas iluminaban sus alturas. Bellas flores adornaban sus alrededores. Frondosos árboles daban gloria y reverencia al Creador, produciendo jugosos frutos para deleitar el paladar. Una variada gama de animales se paseaban por las llanuras y praderas, mientras que el volar y cantar de los pájaros brindaba un aire pintoresco y de gran armonía. La sobriedad de las profundas aguas hablaban de Su Majestad; y las imponentes montañas daban un toque solemne, digno del lugar por donde se pasearía el maravilloso Rey.

La convivencia en este paradisiaco lugar era de gran calidez y libertad bajo los límites y la protección del Rey. Después de ver que todo lo que habían hecho era bueno, el Rey, el Hijo y el Espíritu se dedicaron a amar a la primicia de su creación. Adán y Eva fueron sus nombres.

Problema  |  Pero un buen día, un grave problema les acontece, y las ilusiones del Rey se convierten en sueños rotos. A pesar que la pareja le debía fidelidad al Rey, estos dudaron de su palabra, y cayeron en el hechizo de un malvado impostor. Esto provocó la ira justa del Rey, y la consecuencia que el les había advertido si traspasaban el limite establecido, se convirtió en una amarga realidad. A partir de ese momento, Adán y Eva junto con el resto de su descendencia fueron llevados cautivos bajo su propia corrupción. La separación de Dios fue inmediata. y su fin, irremediablemente, sería la muerte física y eterna.

Por fortuna, el amor fue mas fuerte que la infidelidad. Cuando el Rey le hizo la advertencia a Adán acerca de cualquier violación al orden fijado, fue muy claro al explicarle que eso traería una separación definitiva entre el Creador y las criaturas. Sin embargo, el buen Soberano hace lo inconcebible: Le pide a su amado Hijo que ocupe el lugar de los "hijos de desobediencia" para que en vez de ellos recibir su merecida ira, sea el quien la reciba. 
El Hijo acepta sin protesta. 
El Padre, en ese momento, le promete entregarle una novia para vida eterna –– ¡Así es el amor que allí reina!

El plan de redención, entonces, comienza a llevarse a cabo. Juntos, el Padre y el Hijo escogieron a la futura esposa que sería entregada al Hijo, en las bodas del nuevo Reino –– La defectuosa Israel y la imperfecta iglesia.

La esclavitud de la novia elegida, como era de esperarse, desde el principio fue atroz; aún así, ella siempre ha escogido servir al malvado impostor que la engañó. En su sufrimiento y frustración, ella hacía cosas que el Rey claramente le decía que no hiciera, precisamente para probar que no era esclava. Y en otras ocasiones trataba de ser buena para probar que en realidad no necesitaba del Rey. Su desobediencia hacía las cosas peores haciéndole la vida más miserable aún. Pero en esos momentos, en vez de pedir ayuda al Rey, ella se aferraba a su autonomía, y prefería acudir a otras cosas y otras personas. De todas manera el la amaba, y aunque ella rehusaba pedirle ayuda al Rey, este se la daba de todas formas.



Invitación  |  Llegó un momento en que el Rey, ayudado por el Espíritu, comienza a enviarle cartas de amor, donde le cuenta Su historia, y le extiende formalmente la invitación a que sea partícipe de ella. En estas 66 cartas el le declara su incondicional afecto, y le revela su plan para fomentar su confianza e infundirle esperanza.

En estas cartas, el bondadoso Rey le relata a la futura esposa como el ha sido el iniciador de todo lo que sus ojos ven, para que su confianza tenga fundamento. En el transcurso de su propia historia, le demuestra su incapacidad de salvarse a si misma y de su necesidad de aferrarse a su Hijo, el único con poder de hacerlo. Le denuncia también la buena noticia de que en la confianza en su Hijo puede encontrar el camino que la puede llevar a la verdad de todas las cosas, y a la verdadera vida, una que es eterna porque es la vida de el mismo. Y por último le asegura de que la libertad para ella es plena.  Que no le tiene que devolver el favor, pues es un regalo el cual su Hijo ya pagó por completo con su obra y su vida perfecta.

"Por ahora debes compartir un poco de mi sufrimiento. Pero descansa, encuentra fortaleza y regocíjate en mi. Puedes entrar libremente en mi presencia, que el Amado intercede por ti mientras espera por las bodas del Cordero y la unión eterna."
Así es como el perfecto Rey le declara su gran amor a la infiel –– La propuesta final es que se rinda a Los Tres, y que se deje amar enteramente y eternamente. 


Si haz creído en el Hijo, eres la novia porque eres la iglesia. Si aun no lo haz hecho, considera esta una invitación...estas invitado(a) al festejo.
Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. (Apocalipsis 19:7)
Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios. (Apocalipsis 19:9)

Oración  |  Amado Rey y Padre. Fuiste paciente a mi respuesta, pero lo cierto es que tu invitación  a confiar en tu Hijo es irresistible. Gracias por llamarme a ser tu doncella.  Indudablemente el decirle "si" a tu invalorable oferta ha sido la mejor decisión de mi vida. Se que no poseo nada para pagarte tu preciado regalo de salvación y todo lo que representa, y sería un asalto a tu gracia el intentarlo. Gracias por amarme aún siéndote infiel, por escogerme y por salvarme de tan gran condenación. Ayúdame a recordar cada día la cruz, para tener latente la esperanza viva que tengo en Cristo Jesús. Amen 





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