jueves, 10 de abril de 2014

Aprendiendo de la caída de otro líder pastor



Hay tristeza y dolor en el cuerpo de Cristo. Uno de los nuestros ya no es hallado irreprensible para continuar ejerciendo su llamado de ser pastor, y por consiguiente, ha tenido que ser removido del lugar ministerial donde Dios lo había puesto. Por supuesto que me refiero a nuestro hermano de Calvary Chapel Fort Lauderdale, Pastor Bob Coy, por quien oramos incesantemente.

Desde que escuché la noticia el domingo en la noche, he tratado de aprender a través de lo que leo y escucho, para mi propia transformación y consuelo, y para poder consolar a otros. Y aquí van algunos de mis pensamientos sobre lo que he aprendido:

La Iglesia, mientras espera por su Señor, (y cuando digo la Iglesia, no me refiero a los que están en una iglesia los domingos, sino a los que están en Cristo), es necesario que se ponga el lente del EVANGELIO para interpretar correctamente lo que Dios dice en Su Palabra, y descifrar con precisión los sucesos que van ocurriendo.

La triste realidad del creyente es que hay todavia pecado en el. La batalla mas grande la estamos librando diariamente en nuestros propios corazones — entre los deseos de la carne y los deseos del Espíritu—Nosotros los cristianos estamos propensos a la ceguera espiritual, la cual es tan dañina, que no nos deja ni siquiera reconocer el hecho de que estamos ciegos. Por tanto, si alguien de la familia de la fe no interviene e interrumpe nuestras vidas con regularidad, el continuar ajenos a nuestro propio pecado puede llegar a endurecer nuestro nuevo corazón de carne (Hebreos 3:12-15); además de que el pecado, como ya sabemos, siempre va a traer consecuencias (Gálatas 6:7). Es por eso que NINGÚN miembro del cuerpo, por ninguna razón, puede darse el lujo de vivir aislado de los demás miembros. El codo, definitivamente no puede funcionar sin la ayuda del brazo y viceversa.

El lugar idólatra y de estrellato en que nuestra cultura cristiana coloca a muchos pastores y líderes, ha dado como resultado que estos hermanos se aíslen del resto del cuerpo, como si no necesitaran ser confrontados, exhortados y ministrados en amor, como cualquier otro miembro del cuerpo de Cristo.

Pero eso no está bien. Todo liderazgo necesita ser conocido por su congregación. Los miembros de una iglesia necesitan reconocer y aceptar los defectos de sus líderes, y ser para con ellos instrumentos de gracia. También, se les debe dar el privilegio de poder hacerse vulnerables, al igual que sus familias, y ser partícipes del regalo de la confesión y el arrepentimiento habitual. Después de todo, ese estilo de vida es el que realmente le da gloria y honra al Creador por su maravillosa gracia, y lo que nos hace valorar cada día, la cruz de Jesús.

Los pastores también necesitan ser pastoreados por otros y sentirse amados y perdonados por los hermanos que le rodean. Por eso, es importante que ellos sean parte activa de grupos pequeños de discipulado y crecimiento espiritual. Porque la realidad es, que si Cristo es la cabeza, entonces TODO lo demás es cuerpo... y todas las partes tienen las mismas necesidades de crecimiento y transformación.

El evangelio es la buena noticia de Dios, porque la mala del pecado de toda la humanidad es letal. El pecado, es nuestro constante y latente problema. Y contrario a lo que dice el enemigo, Satanás, SI es cierto que va a traer muerte cada vez que le demos el paso: Mueren los sueños por lo que tanto hemos luchado por alcanzar, muere la confianza, mueren oportunidades de ministerio, mueren momentos que pudieron ser hermosos y de profunda intimidad, mueren vínculos afectivos, y mueren relaciones que Dios unió con la intensión de que fueran para siempre.

PERO DIOS ES EL REDENTOR, y la buena noticia es que él lo está haciendo todo nuevo. El es el Dios de GRACIA que perdona, que no abandona a sus hijos, que restaura, y que a su forma y en su tiempo, hace que para aquellos que le aman (aunque imperfectamente)... TODO obre para bien.

Yo creo que tenemos motivos suficientes para regocijarnos y estar agradecidos al Señor de que el avance de su plan redentor, y la completa edificación de SU IGLESIA, no esté sujeta al "buen" comportamiento de su novia imperfecta. Sino que las puertas del Hades no prevalecerán contra ella, gracias al intachable comportamiento de Jesús, y a que su obra redentora sí fue perfecta.

¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. (Salmo 42:5)

Andreina Lopez