miércoles, 2 de mayo de 2012

Yo era una "buena persona"


Mi Testimonio - Primera Parte


En el verano de 1998, Dios llamó sutilmente mi atención para atraerme a el e invitarme al arrepentimiento.   Como lo oyes... Dios provoca de una manera singular en cada uno de sus futuros hijos que hagamos una pausa, para que nos demos cuenta de nuestra bancarrota espiritual y que el vacío diseñado para ser llenado por él, lo hemos estado abarrotando de otras cosas o de otras personas en vez de llenarnos de El. Para muchos, esto sucede en forma dramática, no en mi caso. Una sencilla pregunta de nuestro hijo Cris hizo el trabajo.
"Mami, Papi ¿que somos nosotros? porque la mayoría de nuestros amigos, o van a la iglesia católica o van a la iglesia cristiana evangélica; y nosotros no somos católicos, no somos cristianos, ni vamos a ninguna iglesia."
Luis Andrés, nuestro hijo mayor agregó en forma jocosa:
"A lo mejor somos refugiados y Dios no nos quiere en su equipo". (Recuerdo que la palabrita "refugiados" estaba de moda en ese tiempo)

Mi hermana y mi mamá ya se habían convertido al cristianismo en años anteriores, y me habían predicado el evangelio, pero yo estaba llena de orgullo e incredulidad, por eso las ignoraba o discutía poniendo resistencia. Ese día, sin embargo, todo cuanto había escuchado de ellas y de otros familiares creyentes empezó a conmover mi corazón. El Espíritu Santo había usado una simple interrogante de mi hijo para confrontarme y ayudarme a ver que yo vivía separaba del Dios verdadero. Tocó una fibra de mi ser que me hizo ver como era esclava del pecado, pensar en mi verdadera esencia y en el verdadero propósito de mi vida. Dios hace con nosotros lo mismo que hizo con su pueblo escogido Israel, nos invita a cruzar el Mar Rojo para llevarnos a la tierra prometida y sacarnos de la esclavitud?  (Ver Exodo 14;21-22)

Recuerdo que la curiosidad de Cris surtió el mismo efecto en mi esposo, quien luego acordó conmigo que debíamos prestarle atención a nuestra vida espiritual. Sin embargo, a pesar de la inquietud, los dos seguíamos manteniendo nuestra posición de que estábamos muy bien moralmente. Ambos veníamos de un trasfondo católico, y aunque ya estábamos claros en el asunto de la virgen, aún continuábamos influenciados por sus dogmas. Seguíamos con la mentalidad de que si no habíamos robado un banco, ni le habíamos puesto una pistola a alguien, eso era una clara señal de lo bondadosos que éramos. En nuestro núcleo, estábamos considerados personas de alta moral y muy decentes.  Además, como teníamos un matrimonio estable y éramos ejemplos para muchos, eso alimentaba mas aún nuestro orgullo y autosuficiencia. 

¿Y que con los errores? Por supuesto, eso siempre era culpa de las injusticias de la sociedad, la corrupción del gobierno o las falsedades de los demás. Aparte, yo también podía ser víctima de algún problemita sicológico traído de mi niñez, ¿o no?. 

Entonces, ¿De que salvación me hablaban? Yo era buena y no necesitaba que nadie me salvara. ¿Y si me pasaba algo?  Bueno... era obvio que Dios NO me iba a cerrar las puertas del cielo. Yo llevaba un estilo de vida sano; y siendo una persona tan trabajadora, afable y de buenos modales, ¿qué mas se podía pedir?

La realidad es que mi "dios", en aquel entonces, era uno que yo había fabricado en mi mente, y quien básicamente debía recompensarme por mi moral y mi decencia. El problema con eso es que el primero de los diez mandamientos es "no tendrás dioses ajenos delante de mi" Exodo 20:3.  Pero Dios, en su gracia, se encargaría de revelarme que mi verdadero problema, el de Adán y Eva, y el de toda la humanidad, tiene un nombre...IDOLATRÍA.

Así es, al igual que la mayoría de las personas, mi concepto del pecado era totalmente errado. Yo pensaba que pecar era exclusivamente "quebrantar las leyes morales y divinas", cuando en realidad, de acuerdo a la Biblia, la forma correcta de definir "pecado" no es el hacer malas cosas solamente, sino hacer de cualquier cosa buena lo primordial, lo supremo, lo absolutamente vital, y luego pensar que "dios" debe bendecirme y salvarme por ello. El pecado detrás de los otros pecados es poner algo o alguien en el lugar de Dios. Es encontrar salvación en algo o alguien mas que no sea Jesús. Todo aquello que nos de seguridad y propósito en vez de una relación con el Creador. 

Parece mentira que algo que en esencia es bueno, como lo era mi buena moral, irónicamente me estaba impidiendo buscar a Jesús como Salvador, porque era con lo que contaba para ir al cielo.

Pero Dios me amaba, y sabia que de haberlo dejado por mi cuenta, nunca hubiese visto por mi misma mi condición espiritual. Amorosamente, el intervino y puso al descubierto mi propia corrupción, para que yo pudiera ver el sacrificio de la cruz, y que solo la perfección de su Hijo podría pagar por mi imperfección. Con el tiempo sabría que NADA de lo que yo haga...no la fe, no la humildad, no la obediencia...NADA puede ganar el amor y el favor de Dios.  Eso es completamente GRATUITO, porque Dios me ama y me acepta en Jesús ¿Mi posición?... recibir y responder a su amor.

El instrumento que Dios usó para exponer la condición de mi corazón fue el pastor de la iglesia que comenzamos a visitar en ese entonces.


"Amiga, la humanidad entera anda en el fango y no nos podemos limpiar. Necesitamos de alguien de fuera que lave nuestras impurezas. Lo bueno es que TODOS estamos en el mismo charco, y por eso nadie se debería vanagloriar", explicó pastor Willie mientras proseguía a leerme los siguientes versículos que apoyaban lo que con tanta certeza me decía.

"Como esta escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no ni siquiera uno" Romanos 3:10-12 
"...porque no hay hombre que no peque..."  1 Reyes 8:4-6
"Necesitas de la gracia de un Salvador, Andreina" y ese es Jesús, el Hijo de Dios", concluyó el pastor.

El Espíritu Santo se encargó después de convencerme de mi pecado; de que solo la justicia de Dios podía salvarme y no la mía propia; y que de no responder en fe, mi condenación estaba ya segura. 

Con el tiempo, he podido comprender que mi problema no solo se da cuando mis acciones son incorrectas, sino que es algo más profundo. Es un asunto de las intensiones del corazón. En otras palabras, que debo arrepentirme confesando mi orgullo cuando cuento con mi lista de virtudes para ganarme el favor de Dios. O cuando con mis logros y mi buen comportamiento busco en realidad mi propia gloria. Debía admitir que muchas de mis acciones bondadosas y de rectitud tenían malas raíces, intrínsecas de mi propio corazón. 

En mis próximas entradas les contaré como llegué a aceptar mi crítico estado espiritual; y como fue que di un giro de 180 grados del camino por donde iba, para correr a los brazos de mi Salvador.

Oración: Señor, no hay Dios como tu, que perdonas nuestra indiferencia hacia ti y nuestra idolatría.  Danos el entendimiento de lo que tu dices que significa el ser pecador, para entonces poder entender tu gracia y tu amor.  Amén.







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